Todo había sido tan extremadamente parecido, su vida era como una réplica constante, el día de la marmota una y otra vez, pero llegó un punto de no retorno, se planteó romper con ello de forma abrupta, abandonar ese camino y permanecer al margen de cualquier movimiento, pasando a ser un mero espectador tan estudioso como pudiese, de tal forma fue aprendiendo de alguna manera, y no cedía en su empeño, el más mínimo error le podría llevar de nuevo a un estadio más o menos previsible, una circunstancia que ya no quería volver a repetir.
Y día tras día fue armando su coraza de valor y empeño, dibujando un modelo que si bien pareciese parco desde la lejanía, tenía la riqueza que necesitaba, de hecho, no sabía cuánto tiempo iba a durar su aprendizaje, pero sí sabía que algo estaba ganando, y era el tiempo mejor invertido de su corta existencia.
A veces, las tardes le regalaban el más bonito anochecer posible, siempre aprovechaba para disfrutarlo en calma, y esa paz le iba colocando cada cajón, cada mueble dentro de su cabecita.
Lo que era extraño al principio, se hizo ritual, y empezó a ser una costumbre, seguía observador y vigilante de todo aquello cuanto pasaba por sus ojos, dejando también el trabajo a su poderosa imaginación, así pasaba de una sencilla historia a un bonito episodio endulzado por todo lo que él quisiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario