viernes, mayo 4

En perfecta formación


Estábamos todos juntos, como encerrados, esperando el momento para gritar, pero no había nadie en el escenario. Nos dimos la vuelta resignados, pero con una sensación extraña, sabíamos que algo podría suceder en cualquier momento.


No sé quién empezó, pero nos contagiamos uno a uno, fue increíble, nos miramos, y sin hablar empezamos a caminar, primer de forma lenta, y poco a poco fuimos trotando.


En cuanto empezamos a correr todo se transformó, a medida que me esforzaba más iba perdiendo la ropa y veía cómo salían plumas de mi propia piel, no podría imaginar lo que sucedería minutos después.


Algunos cayeron agotados, exhaustos del esfuerzo, pero nos ayudábamos para levantarnos y continuar, y cada vez con más ansia, como si la vida estuviera a pocos kilómetros, ni siquiera podía mirar el cielo negro que se cernía sobre todos los que seguíamos intentándolo…


Llegó un momento clave, las fuerzas comenzaron a multiplicarse, y las plumas cubrían ya nuestros cuerpos como si fuéramos pájaros gigantes, los brazos pasaron a ser una especie de alas que nos daban un impulso increíble, no éramos capaces de distraer la mirada, sólo seguir en el empeño, que parecía cercano, cada vez más.


Pude ver cómo algunos compañeros empezaron a flotar, otros daban saltos gigantes, yo ya me mantenía en el aire durante unos segundos, pero al caer volvía a correr cada vez mejor, cada segundo más rápido, nunca miré hacia atrás.


Y de repente, empezaron a volar los que iban en la parte delantera del grupo, inmediatamente y para mi sorpresa ya no pisaba el suelo, mi velocidad era incalculable, impulsado ya por mis largas y esbeltas alas, de un magistral pelaje, yo era capaz de volar, de subir al cielo sin esfuerzo aparente.


Mientras todo esto sucedía, no podíamos hablar, lo único que se escuchaban eran gritos de sorpresa.


Pronto fuimos alineándonos en forma de cuña, cual verdaderas aves emigrando, cada uno en su posición, ocupando un cielo donde empezaba a salir el astro rey, un sol que inundaba todo, y que era imposible de mirar directamente debido a la intensidad con la que brillaba.


No sabemos dónde vamos, ni sabemos qué está sucediendo, pero seguimos con rumbo fijo al infinito desde entonces, con la mirada en el horizonte y en perfecta formación.


Lo que sí sabemos es que lo vamos a lograr.

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