Tras un largo tiempo sin brotes ni flores el camino había quedado polvoriento. Quizá la lluvia ya era insuficiente, ni siquiera la fuerza inmensa de la nieve...
Pasan los días, los meses, los años, el camino está irreconocible, lo que antaño fuera frondoso verde, ya es amarillo parduzco sin remedio aparente.
Cuando todo parece sentenciado, un caballo decide tomar el camino, y le siguen varios más.
El calendario marca Agosto, pero la explosión es primaveral, miles de nuevos brotes engalanan el camino y nuevas flores desafían la lógica en este tiempo de fuego y estío.
De nuevo comienzo a caminarlo para buscar las nieves que llegarán.