Seguimos volando, las alas, el viento, la temperatura,
todo parece acompañar, todo es tan sencillo y acompasado que puedes dudar de
que te puedan fallar las fuerzas.
A veces pienso que podría vivir así eternamente, con el
alimento de la propia velocidad, surcando cuantas corrientes de aire se me
ofrecen, visitando cada rincón desde el punto más impensable...
Pero ya sé que no es eterno, y que no volaré por siempre para
quedarme en el aire, pero quiero disfrutarlo ahora, respirar y saber que puedo
ver todo pequeñito desde las alturas, cuando vuelva a la tierra debo haber
aprendido algo de este mágico viaje.
El sol que antes cegaba, ya se puede mirar sin miedo a
las quemaduras, hasta el oxígeno sabe más dulce desde aquí. Todo parece
ordenado, hasta el caos da la impresión de que no existe desde esta altura.
Cuando vienes de la tierra, al principio crees que estás
en otra dimensión, tienes que tener muy claro lo que está pasando, porque si
no, caerías en un gran error.
Todo muta, nada permanece.