Llegó Londres para demostrar que es una ciudad que tiene energía propia, y la utiliza con sabiduría.
Una vez más en el vagón 4 de 8, en este caso no espero que sople el viento, salgo directamente al encuentro de la nieve suave, y me recreo en su presencia, tal vez son menos copos de los que ansío, pero son los que deben ser, con toda su carga, en el momento que deben llegar y con la caricia justa.
Y en todo esto surge, de repente, lo que nunca puedes predecir, y caminas (quizá inocentemente) sin rumbo, aunque sabes que algo te puede empujar hacia alguna dirección jamás conocida antes.
Yo no sé hacia dónde voy y eso es lo más atractivo del viaje, siendo yo disfrutaré bastante más de la travesía, y es algo que quiero hacer ahora, se abren caminos múltiples, con selvas, llanos y desiertos, más gente donde parece que hay menos, y posiblemente más palabras que en un océano de libros, sólo queda ser cauto y caminar...
Una vez más, gracias Londres por llevarme Within Myself.